viernes, 30 de octubre de 2009

No tengo excusa

No tengo excusa
me sentaba una y otra vez
rodeado de gente
en algún bar
cualquier restorán
una banca de la plaza
detrás de una mirada
y no conseguía no sentirme único
al igual que todos lo sé
en valor
pero más monstruoso
más meticulosamente agazapado
de una manera menos parecida
más inusual
más insoportablemente silente
como un esclavo o un desterrado.
No tengo más que mi silencio
y aunque quisiera
no encuentro a nadie que me lo calle
nada ni nadie
si.
dije calle.

Si me quedo callado

Si me quedo callado
y me esfuerzo poco
apareces tu
colgada de la rama de un árbol
que observo desde mi ventana azul
y no digo nada.

Si no digo nada
y me sigo quedando callado
me asalta tu voz no pronunciada
pasajera del viento
el cual tampoco escucho
sólo lo siento sin verlo
tal cual a ti te siento.

Si me quedo callado...
y me sigo quedando asi...
no pasa nada
no pasa nada que me saque de mi
donde tu abundas.

Soledad, baby.

No tenía el menor sentido quererte Soledad
pero yo te quería
desde siempre
desde antes.

La profundidad del amor (anónimo)

Mi amor estuvo ahi
toda la vida
para repetirse a raudales
cruzó la luz
llegando al universo
a cada uno de sus confines.

Un dia alguien me abrió los ojos a su realidad
diciendo que el amor no existe.
Lloré ante la duda
pero la realidad de unos
es diferente a la de otros.

(Por ellos vuelvo a buscar
el amor.)

(Por el Soñador de la Paz)

Palabras de maría

"No tenemos derecho a pensar en nosotros solos. El mundo es muy complicado.
... La felicidad está rodeada de dolor."

María Iribarne.

(El túnel, Ernesto Sábato)

Aeolus, keeper of the winds


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domingo, 25 de octubre de 2009

Whiskey

Bebí un sorbo del whiskey J.W. black label que acababan de traerme. Juan caminante - pensé. Lo sirvieron elegantemente, con parsimonia. Primero el mozo había cometido la equivocación de suponer que lo quería con hielo y por tanto me lo había servido así, en las rocas. Estaba distraido en mi lectura y no me percatè de ello al aproximarse el mozo. Pero al colocarlo sobre la mesa lo mirè y noté el detalle. Lo llamé de inmediato, puesto que ya se iba, y le dije que tendría que disculparme pero no se me había preguntado si yo deseaba el licor con hielo; ergo se sobrentendía que sólo quería whiskey, sin hielo.
- Enseguida se lo cambio señor - me había respondido presuroso. Se llevó el vaso y su escasa parafernalia para poco después aparecerse nuevamente con la esperada bandeja, portando un vaso con whiskey dorado, a temperatura ambiente, con las transparentes paredes del vaso limpias, secas por fuera y por dentro hasta el nivel del líquido, debajo del cual la densidad del alcohol, además de otros atributos químicos, haría imposible seguramente poder mirar "bajo el agua", si uno estuviera debajo de la superficie alcohólica, como buceando en un mar dorado y sin olas, cálido y silencioso.
Bebí entonces ya un sorbo de whiskey. Pensé. Me asaltó un silencio más profundo que el habitual. Bebí un segundo sorbo. Escuché un silencio ajeno al pasar una muchacha pensativa, enfrascada en su mundo interior, el que adivinaba interesante. Me distrajo sólo un segundo; apenas lo suficiente como para darme cuenta de que me distraía; luego la olvidé. Observé la calle. La noche había llegado a mi lado y sin embargo parecía que era a todo el mundo a quien había llegado, a quien cubría. Y si. Lo sé. Cubría a todo el mundo. Pero solo yo parecía detenerme en el hecho de que me tocaba la noche, tanto en mi interior como en la piel, distraída noche, desde la calle como llegaba, desde el cielo, desde el silencio ajeno y mundano. La noche no debería sobrentenderse con tal simpleza.
Noté las luces encendidas de los postes. Pensé que si no estuvieran encendidas no las notaría por supuesto. Pero quizás las luces no estaban en los focos de los postes recientemente encendidos, sino sólo en el aire. Tras la magia eléctrica no podía ser que la luz fuera sólo eso. Yo miraba luces tal cual las hubiera pintado Vincent. Hablo de Van Gogh. Hablo del silencio, del mar y de las luces en la noche, en la niebla, en mi interior. Esas luces en los postes brillaban amarillas, casi de un color melón a la vez; mejor dicho.
Al cabo de un instante sentí la lengua calentarse, al igual que la garganta, al percibir esa sensación a madera agrietada, antes húmeda, secada al sol, en viejos bodegones imaginarios. ¿En qué parte de un alambique habría madera? ¿La habría? ¿En contacto con el licor? ¿Y lo habría besado hasta embeberse él de ella? El alcohol me habla sin palabras. Me susurra desde el interior...
Sentí los labios calentarse, sobretodo el inferior. Habían recibido el calor del líquido al surcar las grietas de su superficie. Tomé conciencia de la existencia de la línea que discurre sagitalmente por la mitad del labio inferior. Percibí cada una de las grietas más delgadas que se marcaban aledañas por la sensación del hilo de alcohol que se deslizó sobre ellas. No las veía. Las sentía. Tuve la impresión de estar observando un sillón de fino cuero oscuro, poco antes de pasar a sentarme en él mentalmente, y quedar así, a continuación, en silencio, mientras la oscuridad lo envolvía todo y yo me quedaba encerrado dentro de mi interior, observando desde mi guarida el último resquicio de luz al irse desvaneciendo. Quedandome sólo, pensando.

Desde la mesa

Limpié meticulosamente el vidrio de la mesa. No todo el vidrio. Sólo la mitad proximal de él. Empecé por limpiar la parte en donde había estado mi vaso, el cual había contenido un jugo de maracuyá al estilo frozen. Ya me había tomado el jugo y sólo quedaba un pedazo de hielo dentro de él cuando el mozo vino y se lo llevó. Quedaban pequeños acúmulos de agua en la mesa, en ese lugar. Entonces empecé por limpiar la parte del vidrio sobre la cual había estado el vaso. Luego proseguí con mi sencilla labor abarcando el resto del vidrio, en un radio que se extendía hasta donde llegaban mis brazos extendidos desde el centro de mi silencio. El pedazo de vidrio mojado era pequeño pero al intentar limpiarlo con un papel servilleta triangular, este quedó empapado, embebido, inútil para seguir sirviendo a mi propósito. Tomé unos cinco o seis papeles servilleta del dispensador que se hallaba al centro de la mesa (el cual me incomodaba tenuemente pues alteraba geométricamente la paz de mis pensamientos). Usé todos esos papeles servilleta para de nuevo intentar secar el vidrio, el cual se habia mojado más extensamente tras el primer infructuoso intento. Esa vez lo conseguí con satisfacción pequeña y secreta. Limpié así todo el glass con éxito. Recordé a mi abuelo sentado a su mesa en Chiclayo. Cada noche, durante la sobremesa, en aquellas reuniones familiares de antaño, lo había visto limpiar las migajas de pan sobre la porción de mesa inmediatamente próxima a él. No limpiaba toda la mesa. Solamente su parte. Arrojaba las migajas al suelo, hacia los lados. La abuela murmuraba acerca de cómo era esa su costumbre. O quizas lo murmuraba mi tía, alguna de ellas. Yo sentía que aquello era una costumbre cuyo origen estaba seguro perdido en el tiempo y cualquier intento de entenderla a partir de una explicación de mi propio abuelo terminaría por arruinar el encanto del pequeño misterio aquél. En fin. No era que yo hubiera copiado la costumbre. Simplemente lo hacía por una razón subconsciente y cuando las primeras personas de la familia lo advirtieron en mi comenzaron a decirme: - Igual que su abuelo.
No sé si lo hacía por las mismas razones. No creo que el tuviera razones especialmente interesantes. Yo tampoco creía que las mias lo fueran. Pero al terminar de hacerlo sentía que no había ya aristas en la mesa. No podía haberlas (excepto las visibles sólo microscópicamente). No había ya migajas ni charquitos de agua procedentes de vasos conteniendo líquidos helados o cafe o jugos derramados. Había ergo homogeneidad visual y táctil. Había silencio estético e inmovilidad en los detectores de mi mente que se alteraban ante la menor arista y saltaban como en un voltímetro apenas miraba una disrupción en la continuidad de mi paz interior. Mi paz interior dependia de mi silencio interior y en algunas oportunidades un pequeño punto en la mesa podía causarme incomodidad. ¿Serían todos asi? ¿O sólo yo? Quería esa inmovilidad en mis detectores. Quería ese silencio interior y ese silencio visual. Que no hubiera nada sobre la mesa. absolutamente nada que pudiera alterar la superficie lisa del vidrio.

lunes, 19 de octubre de 2009

El cielo y la Luna

El cielo a veces me parece a mi una opacidad
sospechosa de corresponder a un proceso de consolidación
una neumonia matutina.
Y no han faltado mañanas en las que
al mirarlo
a través de una luna empañada de automóvil
me he guarecido en aquella opaca frialdad
para no dejarme sorprender ajeno a la paz de las nubes
a su humedad
a su falta de ligereza cuando han de romper en llanto.

Ni qué decir cuando he visto a la Luna por las noches
y la he encontrado alba hasta la hipnosis
mientras que en silencio le he podido detectar
imágenes hipodensas de aspecto nodular
cual siembras secundarias a distancia
de mi propia soledad.

No quiero que caigan noches

No quiero que caigan noches sobre mi lecho
por cuyos besos no pueda eludir al silencio
y asi decirle al momento
que por tus labios me estoy muriendo.

No quiero que me atrapen dìas mansos amaneciendo
olvidados
lejos de tus manos mis manos
de tus sueños mi sueño.

No me digas de tus labios amados, no.
Dibùjame esa nube de memoria
blanca y lluviosa,
con la ofrenda de tu boca.

domingo, 18 de octubre de 2009

Javier Heraud

Yo nunca me río de la muerte.
Simplemente sucede que
no tengo miedo de morir
entre pájaros y árboles.

jAVIER hERAUD (eL vIAJE)

buen poema a un amigo:
http://balconinterior.blogspot.com/2009/07/sucede-que-no-tengo-miedo-de-morir.html
muestra de poemas:
http://elvendedordetierra.wordpress.com/category/dossier/javier-heraud/

Atardecer extranjero


El atardecer es más frio en una ciudad extraña
aunque sea tuya por permanencia
los razgados violáceos y rosados del solitario celeste
se ven más lejanos
su tibieza es más volátil
se desvanece con mayor rapidez la sensación de movimiento
y dura más el pensamiento
la mirada sobre la pared.

Recuerdo esa tarde lejana
allá en el frio silencioso
y la lluvia solitaria
el gris amenazador y el estruendo del trueno extranjero

Recuerdo el granizo y una voz apurada
inundada la calle de mis pensamientos etéreos
tratando de cruzar la avenida
llena de agua y misiles de hielo.


Ordenar, clasificar (Los libros)


Ordenar, clasificar
ahora entiendo un poco mejor ese tema de ordenar los libros

por tamaño
por autor
por temática
por país de procedencia del autor
por color
por el hecho de haberlos leído ya
o no aún.

No importa cuántas categorías puedan haber surgido
de la soledad de Georges Perec
ni de la mía.

Los libros seguirán donde están
en un orden u otro
y hay que ir a caminar
por otros.

Tu pensabas


Tu pensabas que los cerros y los árboles te iban a seguir
no pensaste que no.

Tu creías que el mar y la lluvia te seguirían tocando
no creíste que no.

No creíste
No pensaste
No nada.

Estás sólo y no te importa
Te sientes cómodo entre tormentas de arena y tormentos mentales.
¡Qué loco estás!
desnudo
con los pies limpios y el cabello chorreando rio de cañería vieja
el Sol alejado
y un libro en la mano.

Book & Nelly

There's no way to let your pages book
no sound
no touch
no movement
I have to write
enfrentarte
there's no way out
I have to read you
every day.

...no tengo armas
para enfrentarte...

sábado, 17 de octubre de 2009


Cuando cayó el pañuelo blanco con bordados floreados de la mano de William Wallace

En el final de la película
el está echado boca arriba
y poco antes de que le caiga un hachazo sobre el cuello
el estaba mirando de costado a la gente que defendió y que lo abucheaba
y vio a su mujer perdida entre la multitud enardecida

Ella pasó flotando
ella le sonrió cómplice y leve
le transmitió paz
y el notó el tiempo detenerse
y olvidó a la muerte acercándose
en una hoja afilada, pesada y brutal
y sonrió
con el corazón manso
y entonces murió
con una sonrisa clara y una mirada feliz
y cayó de su mano el pañuelo blanco
con bordados floreados.

Yo lo vi hace un corto tiempo
y luego por casualidad
me recosté boca arriba
estirándome la espalda contracturada
dejé caer mi cabeza hacia atrás
hacia el suelo
sentí la sangre fluir hacia mi frente
y mis brazos cayeron también hacia atrás
y entonces te vi
vi tu sonrisa
y me sentí así
invadido por la paz mansa
y te extrañé mucho
cuando detecté la luz de tu mirada.

Un poema de Luis Hernandez y el cielo de Cutervo




Un espacio delante de mi (La Nonna)


Tengo un espacio delante de mi
que me sirve en especial
Es una mesa su sostén
la madera marrón oscura
dos manteles largos más que anchos
cruzados entre si en noventa grados
por el centro de cada uno
formando una cruz
como la cruz roja
como la cruz helvética.

Cada mantel tiene franjas rojas
y blancas paralelas
cruzadas perpendicularmente
por otras franjas rojas
y blancas paralelas.

Y saco mi agenda negra
del bolso de caminante silencioso
pruebo el líquido de mi copa
mastico un pequeño trozo de hielo
quizás disimuladamente
quizás desfachatadamente.
Escucho el sonido al romperlo pero nadie lo nota
nadie nota mi presencia oculta
nadie nota mi mundo interno escudriñando.

Y yo observo el abismo ante mis párpados inferiores
allá abajo el mundo tiene niveles
con barreras físicas.
Está la mesa de madera
el piso de lozas cuyo motivo imita piedrecitas negras y blancas
salpicadas como las galaxias.

Más abajo está el suelo de cemento y concreto
luego el subnivel de tierra soportándolo todo
a mi finalmente.

Más abajo quizás agua, un yacimiento de oro negro
una concha marina.
Quizás un cadáver humano o un fósil del pleistoceno
una lágrima perdida
desvanecida en el tiempo.

Un país antes o después
y el recuerdo del continente Pangea
el globo terráqueo
todas las penas.

El mundo de colores y estrellas
los niños y el colegio
el universo, el multiverso
la poesía perdida del conocimiento
teoría de cuerdas y supercuerdas
teoría de membranas y el tiempo
once dimensiones imperceptibles
todo al borde del abismo
y yo en el abismo
y el abismo al borde mio
y yo sólo contigo
y yo sólo sintigo.

Los campos verdes

Los campos verdes de la infancia querida
son de Cutervo
no son míos.
No los extraño
pero el futuro me los niega
y eso basta
para ponerme triste
para quedarme pensando.

Los ojos tiernos de mi amor ausente
son claros luceros
dentro de la negritud de la noche lejana
Yo estoy de dia
tu estás de alma herida
y nadie nos mira.

Puedo decir de memoria qué tono de voz usa tu pena
cuando el pensamiento te ataca
y la melodía te desespera
cuando no queda nada
tan sólo una respiración alejándose
tan sólo una ilusión lila que anhela vivir
y que yo quiero pero no se entera.

A saudade

Ainda não tive o tempo de fugir para a lua
mais fico tranquilo

Ainda não tive a inmensa chuva do meu coração
te falando a traves dos olhos vermelhos
embora fico no silenzio sozinho
Eu me lembro da tarde na praia
seu sorriso então
seu dor agora
e minha saudade e tuda por você.

A promise of love

Te prometo que recuperarás el aire
la sonrisa
las palabras enamoradas
Te prometo que recuperaré tu mirada
tu paso nocturno y sereno
tus tacones
tus pies desnudos reposando en la cama
tibios simulacros de verano reclinados
cual suaves palomas dormidas
y tus manos suaves
temblando de frío
embora ateridas.

Ich hoffe

Ich hasse the pain
que corroe las paredes de la cueva
cerca al mar
in front of the mar
während the waves rompen en las rocas cercanas
oscuras
no se distingue más que sus sombras
en la schwarze Nacht.

Odio el Schmertz que te pone traurig
und ich hoffe que tu garganta descanse a little bit
Ich hoffe
Ich hoffe.

Como si tu aún me hablaras

Me cae una lluvia pequeña
de cada nube de palabras
que inventa el cielo de tu mente

Cuento las notas del piano
cuento las notas del órgano y del clavicordio
Amorbach
Suena Para Elisa
Claro de Luna
Ennio Morricone
como en una de sus versiones
para un Spaghetti Western
solitario enamorado
de la llanura solitaria
te tengo pegada
en mi boca cerrada.

No tengo palabras
pero asi me quedo pensando
tal y como si tu aún me hablaras
Con amor e ilusión
me hablaras

Hablar sin palabras

Te siento hervir
en el fondo de la garganta
suave
tímida
doliente.

Me saltan gotas del mar
y el mar
se está despidiendo.
No he de suspirar más.
No he de tener paz.

Siento tus callados quejidos en el silencio
mojándoseme los ojos
la mirada ennieblada
hasta hacérseme agua tibia y salada
la mar que me duele
la mar que te duele.

Duele mucho
duele poco
intensa
imperfectamente
y quiero tener tu canto callado
tu voz
eternamente.

Quiero tener tu canto callado
tu pena echada en mi mano
quiero tenerte aquí
con mi sollozo en tu vientre.

Y quiero tener desde siempre
la flor de tu corazón
tu cadera apollada en la cama
y tus manos de enredadera
ahora mojadas
por la lluvia azul
de tus mejillas rosadas.

Quiero que tu me lo digas
y que sepas que te escucho
aunque no me hablen tus labios
con voz de audible melodía
y asi sepas que aún podemos
hablar sin palabras.

Te propongo que me quieras

Te propongo que me quieras
para evitar hacernos humo
y asi no mirarnos en el aire
si no vernos el aire
en el rostro de cada uno.

Te propongo que me quieras
como a un trozo de madera vieja
que te encuentras sobre la tibia arena
arrojado por el manso oleaje.

Te propongo que me quieras
asi como tu eras
tierna y suave
tirada bajo la tarde
sobre la arena desierta.

Te propongo que me quieras
te propongo hacerlo a tientas
debajo de una nube densa
a lo lejos de alguna palmera quieta.

Las olas de Neftalí


Una a una
las olas desgastaron nuestras vidas.

(Pablo Neruda)

Como tu corazón existe (L.H.C.)


Como tu corazón existe
la lluvia está explicada.
Como el agua
lleva en el lento
lleva en el rápido
insistir
la lluvia existe.

Y hace tiempo
hace algún tiempo
azul y muy lejano
he querido olvidarte.

Pero si el agua existe
y tu corazón
Yo que no bebo de ambos
no he de morir
pero tampoco de vivir

Y al verte alguien llora
y ese he de ser yo.

Y al verte, alguien canta.
Yo.

(Luis Hernandez Camarero)




Mechita Sosa


Mercedes despacio
descansa poco a poco
Mercedes alegría
descansa.

Linda la calle
la vereda camina
linda la alegría
la negra querida
de cantos de vida.

Linda Mercedes
Mechita Sosa
la argentina aguerrida
detrás de la masa
la ideología del agua
que es para todos.

Descansa Mercedes
cantante alegría
de verso golondrina
gracias a tu vida
que nos dio tanto
Mechita querida.

No sé decir adiós

No sé decir adiós
y me cubre una amenaza
sobre ser inundado en mis entrañas
por sangre negra
y derramar lágrimas de sangre transparente
color aire contaminado.

Sé que te destrozas el alma esta tarde
y es porque no he entendido a tiempo
que es a ti a quien hube de abrazar
y no a mi vacío de viento helado
no a mi vacío de viento incierto.

Tú eras la tarde
y yo no te cubrí los hombros suaves
no te recogí los negros cabellos
llenos de bucles y golondrinas ocultas.
Yo te dejé de mirar
mientras tu llorabas atada a las penas mojadas
detrás de las piedras
detrás de las piedras.

viernes, 16 de octubre de 2009

Fuego Azul

El: Quiero lamerte el alma.
Ella: ¡¡¡Guauuu!!! ¡Qué fuerte lo que me dices!
El: ¿Por qué?
Ella: Es que no sé... Es muy fuerte lo que me dices. Eres muy intenso. Me estas incinerando.

Manos nocturnas bajo el neón de la luna artifical
sobre el enlluviecido asfalto
Un ángel se va enardeciendo
una mujer de delgada figura y cabellos dorados al fuego
al deseo.

Porque mi alma está de luto
pero el frenesí desaparece el dolor
y dopa el sentimiento.
No siento nada. Vamos. Vamos
Yo te prendo. Te incinero. Te quemo la boca con mis besos.
Puesto que estoy apagado y tu estás encendida. No siento nada.
Siento todo. Soy peligroso
Soy de fuego
como la luna roja
es peligrosa
peligrosa.
Soy de fuego
Fuego azul por dentro.
Fuego rojo.
Fuego negro.

Desgarro íntimo

Desgarro íntimo
lesión silenciosa
llaga hermosa
raza hiriente
como la espina
como el batiente
cuando el sol
miente.

Tengo miedo

Tengo miedo de que el agua de mar que tengo
se me quede enteramente en las manos
en lugar de escurrírseme entre los dedos
y derramárseme sobre la arena tibia.

Tengo miedo porque te quiero
pero no quiero privar a la suave arena
de ninguno de los besos tiernos
que del agua y el tiempo
nacen de entre mis dedos

Ontem soñé contigo

Anoche soñé contigo
pero no es mi culpa
ni es culpa tuya.
Ayer te besé dormido
Me endulzó de nuevo la boca
tu sexo en mis besos tiernos
pero no es mi culpa
ni es culpa tuya...
Es culpa del sueño
y es culpa de que te quiero
Te quiero cuando sueño contigo.

And that's it

Hoy caminé de nuevo aquella vereda añeja
gris.
De extraño silencio fui envuelto al desplazarme
al ir y venir
tenía tiempo
tenía ganas de tener tu silencio interno
inmenso cielo.
Tú.
Así era que anduve
y anduve
y te pensaba decir después
un poco después
pero mejor pensé
que no fuera después
que sea entonces
que fuese ahora.
Lo acabo de pensar: que sea ya.
Hoy te extrañé.
And that´s it.

Un bosque triste



Un bosque se hizo
en la noche oscura
de memoria y con cada detalle
de su amor extraviado
el viento tierno y lejano,
la voz añorada
tal como la recordaba.

Entonó afligido
en sus ramas tristeza
melancolía en sus piedras,
las hojas secas de anudadas que estaban las gargantas
de cada tronco
de cada madriguera de zorro abandonado
y en sus lágrimas de fondo de rio
ningun salmón pasó luchando
ninguna burbuja dijo te quiero
la tristeza entera del vacío
se escuchó sin que interrumpieran las cigarras
un leve sonido
apenas audible
como un silbido de viento en el risco lejano
como un lamento de cervatillo herido.

Un bosque se hizo en la noche
de memoria
del amor extraviado del viento lejano
la voz
y en sus ramas y en sus piedras
entonó afligido
en los rios y sus arrollos
la tristeza en un silbido
un silbido intranquilo
de viento herido.

Lloraba el bosque
por su amor perdido
el viento pequeño
que no hallaba su largo y arduo camino de retorno
hacia su bosque querido.