jueves, 15 de julio de 2010

En el claroscuro de la tarde (F.S.)

En el claroscuro de la tarde
tu cuerpo se hace estatua.
Apoyada en la ventana,
baja por tu espalda una cascada de ámbar.
Mientras yo admiro tu desnudo
y tus ojos se pasean por la deshabitada avenida,
me pregunto hasta cuándo tendremos estos instantes
bendecidos por la fortuna.
Un desgranado verano nos sostiene en la ciudad solitaria,
sus noches de azul cobalto son eternas
y en su duna dorada crecen las mañanas
al ritmo impagable de las caricias.
Apenas pasan las horas y los días,
todo es un tobogán donde respiro tu aliento,
beso tu piel, sueño tus sueños, hacemos el amor
y me hundo en tus risas como un gato en el regazo.
Es lo más parecido al cielo que conozco.


De Fernando Sarria en El error de las hormigas

Claroscuro

Largo tiempo anhelé entrar contigo a la galería
ver los cuadros o fotos
discutir sobre nuestras impresiones
disfrutar de los dones del artista
caminar por los pasillos, juntos.
Amando el arte
estando juntos.
Conversando.
La vida puede ser un claroscuro.
Sobretodo los claroscuros me habían apasionado tanto desde siempre.
El claro soleado y redondo, flanqueado por el negro bosque.
El Schwartzwald de mi alma y mi antes inmune corazón metálico.
La niebla cortada por rayos de Sol en la mañana
el silencio de la soledad al descubierto
susurrado el nombre propio por el frio viento de oriente
como el viejo anhelo del hombre solitario y errante
una compañera para Frankenstein.

Hay que disfrutar a la luz
y a la sombra también
o sino pasar la mano por el frio marmol
eso tampoco es necesario hacerlo acompañado
para poder disfrutarlo.

No importa el frio del silencio
ni el calor de las lágrimas.

Ars longa
Vita brevis.

- Me gusta la luz del medio. Mira que cálida, dentro del frio. Y al fondo... ¡hay humo!
- ¡¿Tu me vas a enseñar a mirar a mi?!
- ... ¿Qué hora será en ese momento? Será de mañana, temprano...
- ¡Ahí lo dice! ¡¿Por qué no lo lees?! Son las seis de la mañana.

Y la vampirita, la criatura de la noche, fue feliz por siempre, pues encontró quien la cuide y la lleve en tren con amor y cuidado en una caja, surcando el dia soleado, mientras su corazón anciano se iba rejuveneciendo, de pura complicidad, de puro amor, de puro salir del oscuro, para vivir en el claro, con un niño raro.

miércoles, 14 de julio de 2010

Casa de mar

Así,
sin más,
la marea inundó mi casa de playa
y nadie pudo salvarse.
Al irse
sólo quedó la arena desierta.
Desierta de vida
de voces
de abrazos. 
Lo mismo pasó con las casas de madera de los vecinos cercanos.
Esto ocurrió hace tantos años.
Yo era un niño.
Ahora nadie habita esa playa aún.
Uno va...
se sienta de espaldas a las ruinas...
mira el mar.
Despues de un rato se olvida uno de las casas enarenadas y de las vidas que ahi hubo.
Se ve triste, vacío, todo lleno de arena, todo lleno de aire y de mar
todo lleno de silencio.
Hay que irse caminando, sin decir nada. Solo habla el recuerdo.

Y me voy.
Recordando la infancia
en el mar.

lunes, 12 de julio de 2010

Yo no quiero volverme tan loco

Oigo un susurro. Es cercano. Muy cercano. ¿Es a mi? ¿Qué será?
Otra vez me he quedado solo. Aunque decir sólo que me he quedado solo otra vez no es ser precisamente explícito. Eso debido a que no estoy solo. Al menos no debido a la lejanía física de otras personas. Estoy sentado a la mesa. Es de noche. Estoy asistiendo a una cena. Se supone que es una cena familiar y todos están conversando animadamente o atendiendo a lo que relata o proclama el tio Lucho, o bien a lo que contrargumenta la mamá Edi o a lo que concluye reflexivamente mi padre. Hay varios familiares. Yo estoy sentado digamos en el centro del diálogo. Al llegar también conversé con todos y di algunos puntos de vista u opiniones breves sobre cuestiones sin importancia. Pero ahora me he quedado solo. Y digo solo porque me he dado cuenta que llevo largo rato sin hablar. En realidad no debería decir que me he quedado solo. Debería decir que me he quedado callado. Y no sólo callado. Sino que me he quedado callado otra vez. Pues siempre me quedo callado cuando me captura esta costumbre o esta debilidad de resistirme con éxito a quedarme absorto en la nebulosa perdida que se oculta en mi mente.
Entonces... me he quedado callado otra vez. Aunque sigo sintiendome más justo y cómodo conmigo mismo si digo que me he quedado solo, y no que me he quedado callado. Pues en esta situación me encuentro invadido por una sensaciòn de individualidad excluyente de los demás, que acaricia la de soledad, mientras poco a poco voy percatándome de estar percibiendo a lo lejos la supuesta cercania de las personas a mi persona propia, fisicamente hablando. Asi mismo sé que sus palabras, sus voces, los sonidos que producen, alcanzan mis membranas timpánicas. Pero yo en realidad me siento más lejano. y cada vez tal lejanía se hace mayor. Yo percibo los sonidos de la reunión y la visualización de la reunión misma como si la hubiese empezado a observar desde el fondo de un tunel al cual hubiera sido aspirado por un tipo de fuerza desconocida que sólo tiene poder sobre mi. Ya casi no diríase que estoy mirando con mis propios ojos lo que sucede en el comedor de la casa del tio Lucho. Mas bien diría yo que empiezo a imaginarlo, o incluso a recordarlo mientras sucede, antes de que se diga que lo que imagino es parte ya del pasado inmediato. Aunque esto último no me quita el sueño. Dado que ahora recuerdo que el pasado, el presente y el futuro están implicados en el mismo instante, sin que haya momento que no pueda catalogarse a la vez como parte de cualquiera de los tres. Yo sólo observo lo que sucede y me siento arrastrado por mi propio silencio. Aunque ese silencio es el que describe únicamente el hecho de que yo me he quedado otra vez callado, mas no en mi mente. Además escucho algo. Oigo. Un susurro. ¿Es a mi?. ¿Me estarán hablando y no me he dado cuenta? ¡Rápido! Debo atender. Observar. Escuchar. Mirar los rostros para notar si me están mirando. ¿Lo están? No.
No.
Nadie me está hablando. Nadie se ha dado cuenta. Nadie sabe. Pero. ¿Sospechará alguien algo? Creo que nadie se ha dado cuenta que me he quedado solo. Así está bien. No puedo imaginar nada más incómodo que dejar y, peor aún, explicar esta soledad mia. Quizás mi padre sospeche algo. Pero no porque tenga pruebas. Si no porque me conoce, me presiente. O quizás no. Pero bueno. El es un poco como mi cómplice. El es mi aliado. Yo no entiendo este lugar, pero me reclama. Y no quiero salir.
....

domingo, 11 de julio de 2010

Un desfile lejano en Tacna

Hoy te imagino caminando, divertida y alegre, por las calles lejanas hacia la plaza de Tacna. Bajo ese arco gigantesco, que sólo una vez vi de niño, y luego varias veces en ilustraciones de periòdicos, revistas y libros de colegio mientras se iba desvaneciendo su recuerdo que poco a poco se volvía nebuloso y distante, hasta finalmente abandonarme. Yo no recuerdo haberlo tocado. No recuerdo el sol sobre el rostro ni el pasar raudo de los pajaros contaminados. No recuerdo el bullicio impaciente de los autos viejos, ni la forma de las lozetas blancas y negras que adornaban el suelo de la plaza. No recuerdo nada de eso. Pero te siento caminando. Te siento igual como si estuviera a tu lado, y el tenue calor del sol me acariciase el rostro, y tu caminaras junto a mi, prendida de mi brazo, hablándome animada y sonriente, dando pasos despreocupados mientras resuenan delicados los ecos añorados del golpear de tus tacos.

(Aalooò? No te escucho. Si. Bieen. Extrañándote. Paseando. Hay un desfile aqui al lado. Mucho ruido. ¿Puedes hablar más fuerte? No te oigo. Te amo. Que pena. No te escucho. Te llamarè despues de un rato.)

(sonido de linea telefónica)

silencio

silencio

música lejana
domingo deslizándose sigiloso
hay agua de lluvia sobre todas las veredas de la ciudad
hello hello
can anybody hear me?